Los límites del perdón


RESUMEN

Simon Wiesenthal, un judío austríaco, narra la historia que vivió en sus propias carnes cuando fue detenido en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En la primera parte del libro, Wiesenthal es asignado para realizar trabajos de limpieza en un hospital provisional. En una ocasión una enfermera alemana le dio órdenes de seguirla y esta lo condujo a una habitación donde se hallaba Karl Seidl, un soldado alemán de la SS de tan solo veintiún años de edad que se encontraba acostado y moribundo. Karl había sido herido en una batalla y sabía que pronto iba a morir. Por ello, pidió que le llevaran “a un judío” para confesarse antes de morir.
Durante las siguientes horas Simon se sentó al lado del soldado moribundo guardando silencio mientras este le contaba su historia. Antes de la guerra Karl había sido criado y educado en un hogar cristiano. A sus quince años, y contra el deseo de sus padres, Karl ingresó a la Juventudes Hitlerianas y a los dieciocho fue ascendido como soldado de las SS. Ahora que sabía que estaba a punto de morir quería confesar las atrocidades que había cometido mientras formaba parte de la organización. Un ejemplo: Un grupo de SS fueron enviados para acorralar a unas familias judías en la ciudad de Dnepropetrvosk. Azotándolos con látigos condujeron a unos trescientos judíos entre los que se encontraban hombres, mujeres, niños y bebés a una casa de tres pisos en donde les encerraron. La casa fue incendiada, se podían observar las llamas subir mientras se escuchaban los gritos de horror de los judíos. Algunos de ellos comenzaron a tirarse envueltos en llamas por las ventanas de la segunda y la tercera planta. Karl y los otros SS disparaban a quienes se arrojaban.
Durante las horas en que Simon estuvo sentado al lado de Karl nunca pronunció una palabra. Simon nunca dudó de que Karl verdaderamente lamentaba sus crímenes. Karl era consciente de que lo que le acababa de contar era terrible, pero su intención era suplicar su perdón a todos los judíos a los que hizo sufrir añadiendo que sin su respuesta no podría morir en paz. Sin embargo, Simon decidido, salió de la habitación. Karl murió en soledad poco tiempo después.
Cuando vuelve al campo de concentración se lo cuenta todo a sus amigos y ambos le dan su opinión sobre lo que hubieran hecho en su lugar. Más tarde, sus amigos mueren a causas de las epidemias y Simón es trasladado a otro campo de concentración.
Pasan dos años y Simon y consigue rehacer su vida tras ser liberado. Un día, vuelve a recordar el caso de Karl y decide ir a Polonia en busca de la madre de Karl.
Simon encuentra a la madre y ambos mantienen una conversación sobre su hijo. La madre daba fe de que su hijo siempre había sido un buen chico. 

A partir de aquí el protagonista realiza una serie de preguntas: “¿Debería haberle perdonado? ¿Fue mi silencio al lado del lecho del nazi moribundo correcto o incorrecto?” para concluir con la pregunta: ¿Qué habríamos hecho en su lugar?


Opinión del dilema 

Una pregunta que siempre me hice mientras leía el libro ha sido: ¿De quién fue la culpa?

Muchas personas no son capaces de perdonar debido a su horrible experiencia en los campos de concentración, y es totalmente comprensible. ¿Quién es realmente capaz de perdonar crímenes de tal magnitud? ¿Hasta dónde puede llegar el perdón? Nunca podré llegar a entender el dolor por el que pasaron los judíos mientras sufrían esas atrocidades porque obviamente no fui una víctima del Holocausto, así que lo único que puedo hacer es ponerme en el lugar de los supervivientes y tratar de imaginarme o visualizar mentalmente como fue todo aquello. Visto de esta manera, comprendo que no exista el perdón por parte de las víctimas hacia aquellos nazis que les causaron tanto daño.

Yo siento que el soldado ha sido totalmente sincero para conseguir una única finalidad: el ser perdonado. 
Desde mi punto de vista todos tenemos derecho de ser perdonados aunque solo fuese una vez, porque sí creo en el arrepentimiento de corazón. No obstante, quiero recalcar que no se debe olvidar que estos crímenes fueron cometidos en algún momento de la historia. Primero porque fue uno de los crímenes colectivos más terribles jamás cometidos y que sin duda, marcó un antes y un después en lo que somos ahora respecto a la tolerancia. Y segundo, por respeto a los afectados de este horrible hecho que se llevó tantas vidas.

Mi conclusión es que nunca es tarde para perdonar. Soy consciente de que el perdón no va a volver atrás en el tiempo para eliminar lo sucedido, pero sí creo que te ayuda a superar todos los sentimientos de ira, tristeza o venganza que a veces sentimos cuando nos hacen daño.


Cynthia Ozick

Esta autora hace ver que su opinión es bastante radical. La divide en cuatro puntos en los que explica el por qué no perdonaría al solado.

En la primera parte, Cynthia ve contradictorio que aún habiendo recibido una educación católica, el soldado se convierta en un miembro de la SS. 
En la segunda parte compara el culto a Molech con el de Hitler, afirmando que ambos ídolos poseen una necesidad insaciable hacia sus víctimas.
En la tercera parte trata la venganza y el perdón. Para ella el perdón no excusa, sino que nos permite hacer borrón y cuenta nueva, empezar de cero. También que el asesinato es irreparable e irremediable. En el asesinato no existe una próxima vez, el perdón no solucionará nada y mucho menos la venganza, ya que supone hacer el mal.
Por último, en la cuarta parte se pregunta si el soldado es como todos los demás y advierte que si lo es, por lo menos este siente remordimiento. 
Pero Cynthia a pesar de todo esto, opina que el soldado de la SS no merecía ningún perdón.


Crítica a la autora

Los puntos de vista de Cynthia se basan en su mayoría, en creencias religiosas que mezcla con algunos buenos razonamientos en mi opinión. En parte, entiendo la radicalidad de esta autora y más sabiendo que tenía creencias judías; ¿Quién podría sentir compasión tras la confesión de tales crímenes?

Concuerdo con Cynthia en que es contradictorio que el soldado recibiera una enseñanza cristiana para luego alistarse en la SS. Esto nos demuestra claramente que la culpa no la tiene ninguna religión. Las personas siempre han utilizado la religión como un instrumento con el que manipular y tomar decisiones a su antojo. Se cometieron tantos asesinatos en el Holocausto en nombre del cristianismo hacia la comunidad judía que hace que me replantee la ignorancia y la maldad que el ser humano puede albergar en su interior.

Sin embargo me sorprende que dando tan buenos argumentos como los que podemos observar en su opinión, afirme que el perdón no solucionará nada, ya que como dije antes en mi opinión nos ayuda a liberarnos de los sentimientos negativos que muchas veces nos llevan a la venganza que ella califica como "hacer el mal".


Belén Izquierdo Moreno 1ºBACH D 

Comentarios

  1. El resumen del libro se centra más sobre el relato de los asesinatos del soldado Karl, y no describe algunos otros aspectos, necesarios para hacerse una idea más precisa de la situación vivida por Simón en el campo de concentración.

    Al principio de la opinión personal la compañera se hace una pregunta : ¿quién tuvo la culpa?. Yo creo que no hace falta hacérsela, ya que está contestada de antemano. Estoy de acuerdo que es difícil tomar la decisión de perdonar y que es lícito el ser reclamada por el arrepentido.

    Hace un buen resumen recogiendo todos los apartados que plantea la autora Cynthia Ozick. También comparto que esta es muy radical, y que la educación religiosa de Karl no fuera la causa que le hiciera creer en las justificaciones nazis para torturar y matar a inocentes.

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  2. Respecto a la pregunta planteada al principio del dilema, ¿quién tuvo la culpa?, creo que la culpa es parte de todo lo que acarreó la Segunda Guerra Mundial como todas las personas que lo apoyaron y, las víctimas fueron las millones de personas que murieron en Holocaustos. La culpa es de la ideología que tenía Hitler y las ganas de revancha que existían en Alemania y de la sociedad que presionaba a las personas para unirse a las Juventudes Hitlerianas sino deseaban la muerte.

    Hablando sobre tu opinión sobre Cynthia Ozick, comparto que su punto de vista es un tanto radical, cosa que entiendo si era judía, al igual que pienso que la religión es un elemento de manipulación y que a lo largo de los siglos se ha puesto como excusa para guerras y para que los poderosos se aprovechasen de todas las personas que no tenían suficientes recursos y pienso que el perdón debería ser otorgado si este se pide de manera sincera, pero tampoco vivimos esa masacre para saber de qué manera reaccionaríamos en las distintas situaciones planteadas en el libro.

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  3. ¿De quién fue la culpa? Es una pregunta bastante difícil de responder. Si le preguntas a un judío, la tienen los alemanes. Si se la repites a los alemanes, probablemente contestarán los nazis. Estos, a su vez, responderán que Hitler. Tal vez, este respondiera que Francia e Inglaterra por aquel Tratado de paz que firmaron en su momento, remontándose a la I Guerra Mundial. Y así, se formaría una cadena infinita que probablemente no acabaría nunca. Es fácil culpar a los demás, en vez de aceptar la responsabilidad.
    Por otro lado, concuerdo con la opinión de mi compañera Belén: todos merecemos el perdón, al menos una vez. Todos merecemos una segunda oportunidad. Y, aunque la autora tenga un punto donde el asesinato es irreparable, también es cierto que el soldado estaba arrepentido, o al menos daba la impresión. Y hay que tener valor para pedir perdón, aunque sea en su lecho de muerte.
    Además, como mi compañera afirma, es una virtud perdonar, de dejar ir esos pensamientos negativos, una forma de empezar sin el odio. Y, en este caso, para terminar, es decir, salir de este mundo, en paz.

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