LOS LÍMITES DEL PERDÓN

 RESUMEN

La historia habla de Simon, un joven judío reclutado en el campo de concentración de Lemberg. Estando ya ahí cuenta como son las condiciones de vida a la que los prisioneros están obligados a vivir. Da a conocer a Arthur, su viejo amigo y Josek, un religioso que era nuevo.

Nuestro protagonista estaba acostumbrado a trabajar en los ferrocarriles del Este, dirigidos por askaris (rusos). Esto, cambió un día cuando fueron al Instituto Tecnológico donde estudió Simon, ya que era un antiguo arquitecto. De camino hacia allí, observó con detenimiento los girasoles que posaban sobre las lápidas del cementerio como si de unos mensajeros a los fallecidos se tratase.

El antiguo Instituto Tecnológico ahora era un hospital militar. Los prisioneros empezaron a hacer las tareas cuando una enfermera le indicó que le siguiese hacia una habitación.

Ahí se encontraba un cuerpo cubierto por sábana. 

Simon no fue capaz de distinguir de quién se trataba. 

Karl, un chico de veintidós años nazi cubierto de vendas y a unos días de morir era la persona que se escondía debajo de la sábana.

Este le indicó que se acercase porque casi no podía hablar. Ahí le contó cómo su vida había cambiado de ser católico y ayudar a la Iglesia, a alistarse en la SS y convertise en Nazi.

Todo esto, antes de fallecer lo llevó a un sumo arrepentimiento.

En especial habla de una familia que fue bombardeada con granadas en un edificio y que saltaron por la ventana de este.

Después de esto, le pide, como judío, que lo perdone y que así pueda morir en paz, ya que esa familia judía no había sobrevivido, que alguna persona de su misma raza pudiera concederle el perdón para morir en paz.

Después de esto, Simón salió aterrado y sin palabras de esa habitación.

Al volver al campo de concentración se lo cuenta a sus compañeros de prisión. Estos apoyan a Simón por su decisión, sin embargo, él no parecía estar más aliviado.

Al día siguiente, vuelve al hospital para seguir con sus trabajos. 

La misma enfermera le volvió a indicar que le acompañase, para contarle que Karl falleció la pasada noche y le dejo objetos entre ellos un reloj en su herencia, pero él no los aceptó.

Cuando la guerra terminó, Simón fue liberado, aunque perdió a sus amigos por el camino y conoció a un aspirante a sacerdote católico con el que pudo expresar su preocupación de si lo que hizo fue lo mejor. Simon visita a la madre de Karl. Ella lamenta su muerte. Simón por su parte, le cuenta todo lo que su hijo le podría haber contado.

Toda la historia nos lleva a una misma pregunta: ¿Hizo lo correcto Simon?



ALAN L. BERGER

Este autor piensa que una persona contra la que no se ha sido dañada no tiene el derecho de perdonarlo. Lo considera una <<profanación tanto de la memoria de la víctimas como de la santidad del perdón>>.

Cree que visitar a su madre fue un gran gesto de misericordia hacia el difunto. Sin embargo, para Karl (según opina este autor), únicamente le importaba limpiar su alma antes de morir y no haberles podido pedir perdón a esa familia destrozada, como muchas otras, era lo que más le dolía.


OPINIÓN PERSONAL

Al leer la historia he podido pasar entre sentimientos de duda y pena sobre los sucesos contados por Karl. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que Simón hizo lo más coherente antes una situación tan comprometedora como era darle el perdón a una persona contra la que no se había pecado. Tomarse la justicia por su mano no hubiera sido una buena opción. 

Por otro lado, percibí que lo que realmente era importante para Karl era morir en paz, pero no había ningún arrepentimiento sincero bajo la persona que había debajo de esas vendas. 

Por mi parte, creo que mi posición hubiese sido la misma que Simon, ya que no tomaba una decisión en nombre de todas esas personas fallecidas, ni le dictaba un sentencia para morir sin perdón alguno.


Comentarios

  1. estoy totalmente de acuerdo con mi compañero ya que el nazi lo único que buscaba era recibir el perdón de un judío cualquiera en este caso Simón para morir en paz aunque tuviese un poco de arrepentimiento sobre aquellos sucesos eso no lo libra de su culpa y creo que lo que dice mi compañero y su postura es idéntica a la mía

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  2. Desde mi punto de vista, he llegado a la conclusión de que estoy totalmente de acuerdo con la opinión de mi compañera, puesto que estos crímenes se consideran imperdonables. No sirve de nada que se arrepienta de dichas acciones cuando está en su lecho de muerte, ya que eso solo son palabras y no hechos.

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